Escalofrío

Fueron unas vacaciones de esas que prometen volver a verte, donde el mar yacía en calma y despertaba lleno de guerra, y estaba ella, tan bonita como siempre, tan guapa como la primera vez que la vi sin ropa con el rimel corrido y exigiendo amor a quemarropa.

Y yo con la piel de gallina, con ese escalofrío del privilegio y la responsabilidad de ser yo, con barra libre de besos y el cartel de no hay billetes a la espalda, porque ella ya lo había recorrido todo.

Le encataba leer en la orilla y yo leerla a ella, ya que siempre fué la mejor de mis historias.

Y allá, dónde todo se torcía, soltaba ápices de amor que enderezaba cualquier día de lluvia.

Nunca olvidaré esas vacaciones, al fin y al cabo, nunca la olvidaré a ella.


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