La chica de catástrofes naturales

La chica que llora mares de tinta
que ningún paleógrafo podría descifrar
La misma que ya no escucha la música que le hacía ponerse ese vestido con el que conquistaba miradas
Que no encuentra el norte, ni si quiera sabe si alguna vez lo conquistó.
La chica que baila con miedo a que la pisen
Que ya no sale de su zona de confort y desconfía de cualquier parada de tren que se le aproxima.
Esa que ahora revela fotos pero no secretos
La misma que cuando entra en su cama se transforma en ansiedad y su techo en depresión.
Y así día si, día también.
Con la de cosas que todavía le quedan por conquistar y se convierte en trinchera.
Y yo como parte de su escuadrón de batallas, me niego a tirar la toalla.
Yo que la conocí con ganas de comerse el mundo
Con las ganas de viajar a cualquier parte del planeta y vivir nuevas experiencias.
Sabiendo que sola se bastaba
Era sus propias alas y volaba segura
Con el escote bajo y la cabeza alta
Con los nudos en las deportivas y no en la garganta
Orgullosa de ser ella misma y no intimidarse ante nada.
Ojalá verla de nuevo alzar su bandera y plantarle cara a la vida.
Por eso quiero decirle a la chica que llora mares de tinta, que le presto mi kit de supervivencia, para cuando quiera salir nadando a tierra firme, vaya prevista de salvavidas.





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